– ¿Qué edad tiene usted? -quiso saber.
– Treinta y dos años -respondí.
– Entonces, no puede recordar los tiempos en que no había robots. La humanidad tenía que enfrentarse con el universo sola, sin amigos. Ahora tiene seres que la ayudan; seres más fuertes que ella, más útiles, más fieles, y de una devoción absoluta.
¿Ha pensado usted en ello bajo este aspecto?
Yo, Robot. Isaac Asimov, 1950.